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domingo, 13 de abril de 2025

EL NUEVO MAPA Lo que Occidente no quiso ver

 



EL NUEVO MAPA

Lo que Occidente no quiso ver

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Prólogo oracular

Hubo un tiempo en que el centro del mundo creía ser eterno. Mientras construían catedrales de arrogancia, otros tallaban rieles, abrían túneles y navegaban en hielo. Este texto no es una predicción. Es un espejo para quien quiera ver.

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I. El Hielo que se Abre

En el norte blanco, donde el sol gira pero no se pone, tres potencias ya pactaron: Rusia, China y Estados Unidos. La Ruta del Ártico es el pasaje del futuro, protegido por rompehielos nucleares, submarinos invisibles y bases que ya existen aunque nadie hable de ellas.

Groenlandia es la joya que Trump quiso comprar, no por capricho, sino porque sabe lo que se juega: la llave del nuevo comercio global. Europa, sin acceso, queda fuera del juego. No por castigo, sino por no haber querido ver.

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II. China, en silencio, construye el mundo

No es una ruta de la seda. Son tres. O cinco. O cien. Porque CHINA no pide permiso: diseña trenes de alta velocidad donde antes había desierto. Planta autopistas como semillas. Hace túneles donde nadie los imaginaba. Y un día, anunciará que ya está todo hecho.

Mientras Occidente hace reuniones, China tiende puentes. Mientras Europa regula, China conecta.

Y cuando todos despierten, habrá autopistas hasta el corazón de Asia.

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III. Rusia: el puente que despreciaron

Putin no nació como enemigo. Quiso acercarse. Hubo un momento en que Rusia extendió la mano a Europa, y Europa, confundida por el susurro inglés, la mordió.

Ahora Rusia se ha endurecido. No por odio, sino por memoria. Se ha girado hacia Asia, hacia el sur, hacia el futuro. Europa, que pudo tener gas, paz y alianza, eligió la arrogancia. Y ahora verá cómo el puente que despreció se convierte en muralla.

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IV. India cava profundo

Silenciosa, paciente, India construye desde dentro. Túneles de norte a sur. Redes invisibles.

Acuerdos que no hacen ruido. Y una visión que no depende de ningún otro imperio.

Amiga de Rusia, pragmática con China, en diálogo con EE.UU. India se prepara. No para dominar, sino para resistir. Y cuando los vientos cambien, ya estará lista. Porque el futuro también vendrá del Himalaya hacia abajo.

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V. El Bicho Inglés

Una isla gris, sin recursos, que dominó medio mundo. No por fuerza, sino por astucia. Inventaron el relato, el mar, el mercado y la trampa. Hoy siguen igual: dividen, infiltran, agitan... y miran desde lejos mientras otros arden.

Europa, en su ceguera, se dejó atar por este aliado que siempre juega solo. Y ahora, confundida y pobre, ni siquiera entiende dónde perdió el juego.

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VI. Europa: el continente museo

Tuvo todo para liderar el mundo del siglo XXI. Sabiduría, cultura, ciencia. Pero eligió el miedo, la burocracia y la obediencia.

Traicionó a Rusia, ignoró a China, se burló de India y se arrodilló ante su carcelero británico.

Hoy, sin industria, sin energía y sin visión, queda reducida a decorado. Un lugar bello, triste y silencioso. Un burro con corbata.

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VII. Las Alianzas del Alma: Rusia, India e Irán

Putin y Modi no se encuentran solo en tratados: hay una sintonía humana. Se reconocen como líderes que luchan por su gente. Irán, desde su historia milenaria, también entra en esta alianza de autonomías dignas.

Rusia sabe cómo hablar con Irán sin imponer ni invadir. India respeta a Rusia porque nunca intentó domarla. Estos pueblos se unen desde la sabiduría, no desde el oportunismo. Y por eso su red es invisible, pero firme.

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VIII. África y la Voz del Respeto

En los pueblos humildes del centro de África, muchos ven en Putin no al tirano de los noticieros, sino al único que no los trató como esclavos. Lo respetan porque los respeta. Lo escuchan porque los escucha.

Rusia llega con trato directo, sin exigencias culturales, sin falsas promesas. Y en esos gestos, muchos africanos ven algo parecido a un papa laico: alguien que no promete milagros, pero tampoco trae cadenas.

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IX. María y el Espejo Roto de Europa

María Zajárova, hija de diplomático ruso en China, crecida entre culturas milenarias, hoy habla como testigo de la caída europea.

Cuando se dirige a Occidente, lo hace con una mezcla de ironía y tristeza. Como si esperara que Europa volviera a ser lo que fue, como si aún creyera que alguien sigue leyendo a Voltaire.

Pero cada vez más, se le nota en los ojos que ya no espera respuesta. Sabe que se equivocaron, que siguen eligiendo la ceguera. Y que si Rusia se endurece, es porque no puede seguir esperando eternamente a un continente que olvidó su alma.

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Epílogo

El mapa ya cambió. El eje ya giró. Y los que no quieran ver, verán igual. Pero tarde.

Porque los que abren túneles, llegan primero.

Los que rompen hielo, trazan caminos.

Y los que venden espejos... se quedan sin reflejo.


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