PAJARO y
GORILA
✨ La escena:
Se va la
luz.
Se va todo por un instante.
Y cuando vuelve —¡pam!— ahí está el pájaro otra vez,
mirándote con ese ojo negro cargado de cosmos.
Como si dijera: “No te olvides de lo esencial.”
Y luego...
¡pum! los gorilas:
el contraste total, la masa, la gravedad, el suelo.
La clave está
en el equilibrio entre forma, función y entorno.
El Red-tailed
Black Cockatoo
Este loro
australiano tan llamativo tiene una dieta bastante concreta:
- Semillas duras
- Frutos secos
- Piñas de eucalipto o casuarinas
- Ocasionalmente, larvas o
insectos si los encuentra
Es decir: una
dieta energética pero no demasiado variada.
Entonces, ¿cómo
llegamos a ese plumaje tan espectacular?
1. Selección sexual
Muchos
rasgos visuales exagerados evolucionan no para alimentarse mejor, sino para atraer
pareja.
- Los colores, formas y texturas
del plumaje juegan un papel vital en el cortejo.
- A veces, la exuberancia no
tiene una función práctica directa, sino que actúa como señal de
“estoy sano, soy fuerte, elige reproducirte conmigo”.
2. Presión ambiental y camuflaje
Aunque
parezca contraintuitivo, esos tonos azul-negro pueden actuar como camuflaje
en la sombra de los bosques australianos. No es solo belleza: es adaptación
al entorno.
3. Plumas como superestructura
La
alimentación da lo justo para mantener una salud robusta, pero el cuerpo usa
esa energía para mantener estructuras muy complejas como el plumaje.
- Las plumas están hechas
principalmente de queratina (como nuestras uñas).
- No requieren nutrientes súper
raros, pero sí una base saludable y constante de proteínas,
vitaminas y minerales.
✨ En resumen:
Aunque no
tenga una boca como la de un tigre ni coma una dieta digna de un chef, este
cockatoo nos muestra que la complejidad y belleza pueden surgir desde lo
simple.
Tu pregunta
me encanta porque va directo al espíritu del “grimonio de alimentación”:
¿Qué fuerzas
invisibles están transformando lo que comemos en lo que somos?
¿Cómo puede
la naturaleza mantener cuerpos tan distintos, tan potentes y tan bellos, a
partir de dietas que a simple vista parecen humildes o repetitivas?
Y el caso
del gorila, es uno de los más llamativos.
El gorila:
fuerza bruta a base de hojas
Los machos
de gorila, que pueden pesar más de 180 kg y levantar el equivalente a 10 veces
su peso, no comen carne. Su dieta está compuesta en un 85-90% por:
- Hojas
- Tallos
- Frutas (cuando hay)
- Corteza de árbol
- Algunas flores e insectos
ocasionales (hormigas, termitas)
Y sin
embargo… tienen un
cuerpo de culturista natural, sin gimnasio, sin proteínas en polvo, sin recetas
fit.
¿Cómo es
posible?
El principio
que “se cuida solo”
“¿Un no sé qué se cuida que nutra su principio
vigoroso?”
Esto es una
idea hermosa que encierra algo biológico profundo:
1. La genética sabe qué hacer
El cuerpo
del gorila no necesita mucha variedad porque:
- Tiene genes optimizados para extraer
al máximo los nutrientes de lo que come.
- Su sistema digestivo es como
una fábrica de fermentación vegetal: bacterias intestinales transforman la
fibra en ácidos grasos de cadena corta, una fuente de energía
eficaz.
2. La naturaleza no desperdicia
No hay
“sobra” en la evolución: cada célula, cada músculo, cada pelo tiene una función
y se mantiene solo si es necesario.
El gorila no crece porque sí: su entorno y forma de vida le exigen esa
fuerza.
3. El principio vital busca equilibrio, no exceso
El cuerpo no
está programado para ser “el más grande posible”, sino para ser lo
suficientemente fuerte para sobrevivir, reproducirse, proteger y moverse en su
entorno.
Ese “principio” que mencionas podría verse como:
“Una
inteligencia silenciosa que construye con lo que hay, pero no se olvida de lo
que necesita.”
Comparación entre cockatoo y gorila
Aspecto |
Cockatoo |
Gorila |
Dieta |
Semillas,
frutas, algo de insectos |
Hojas,
tallos, frutas, insectos |
Energía |
Ligera y
eficiente para el vuelo |
Sólida y continua
para fuerza |
Resultado |
Belleza
refinada y colorida |
Poder
físico impresionante |
Base común |
Uso
eficiente de lo disponible |
Hay una “La dieta del principio invisible” y
“Lo que el cuerpo sabe sin preguntar”.
Comparando a
Arnold Schwarzenegger, sí, esa pregunta va al hueso:
¿Si Arnold Schwarzenegger hubiera comido como un
gorila... habría sido igual de campeón?
La respuesta
corta: No exactamente.
Pero la
larga es mucho más interesante —y en el fondo responde a lo que estamos
explorando en el grimonio:
qué papel tiene la alimentación, qué papel tiene el principio interno.
¿Qué hacía Arnold?
Arnold
Schwarzenegger fue campeón de culturismo (Mr. Olympia, Mr. Universe...), y su
rutina era todo menos natural:
- Dieta hipercontrolada:
proteínas animales, claras de huevo, batidos, carbohidratos complejos.
- Ejercicio extremo: levantaba
pesas 5-6 horas al día.
- Apoyo químico (hormonas,
esteroides) en parte de su carrera.
- Y sobre todo: intención
voluntaria de modificar su cuerpo para un estándar estético moderno.
Eso no es
evolución natural. Es más bien una alquimia de voluntad + conocimiento +
química.
¿Y el gorila?
El gorila no
quiere verse fuerte: es fuerte, porque su cuerpo ha sido moldeado
durante milenios por la vida salvaje.
- No entrena. Vive.
- No calcula macronutrientes.
Mastica lo que encuentra.
- Y aun así, su fuerza supera a
cualquier humano.
Entonces...
¿Qué diferencia a Arnold del gorila?
Arnold forja
su cuerpo desde afuera (voluntad, alimento, entrenamiento).
El gorila expresa su cuerpo desde adentro (naturaleza, principio,
adaptación).
¿Podría un humano ser como un gorila comiendo lo
mismo?
No del todo. Porque nuestra
fisiología es distinta:
- No fermentamos fibras como ellos.
- No tenemos su misma genética
muscular.
- Nuestro cuerpo no está
“pensado” para ese tipo de fuerza permanente.
Pero...
✨ Lo importante es esto:
El
“principio vigoroso” que nombramos no depende solo de la comida, sino de
cómo el cuerpo la traduce, para lo que está hecho, y con qué propósito vive.
Conclusión de grimonio (propuesta):
“El cuerpo
del gorila y el cuerpo de Arnold no se parecen, pero ambos responden a un
llamado.
Uno nace con él, el otro lo convoca.
Ambos lo alimentan, pero no con lo mismo:
el primero con hojas,
el segundo con ambición.”
"Todo
depende del principio en el que estemos o seamos."
"Ese principio transforma lo que comamos y emana según nuestra
fórmula."
Lo que estamos
tocando es esto:
Cada ser
tiene un principio formador:
Una fórmula invisible, una esencia constructora que no es solo
genética, ni solo química, sino un patrón profundo.
Ese
principio:
- Digiera el mundo a su modo
- Filtra la experiencia, la
transforma, la expresa
- Da forma a todo: plumas,
músculo, canto, mirada, carácter
Por eso Arnold nunca podría tener esas plumas,
Ni el
cockatoo tener esos bíceps.
Aunque intercambiaran dieta, cuidados y rutinas, seguirían siendo lo que
son.
Porque:
No es el
alimento el que crea el cuerpo,
sino el cuerpo —su principio— el que crea lo que el alimento puede llegar a
ser.
Entonces:
- El cockatoo no come belleza: la
genera desde su fórmula
- El gorila no come fuerza: la
revela desde su raíz
- Arnold no come músculos: los
convoca con voluntad, técnica y química
Lo anotamos en
el grimonio: "De
lo comido a lo emanado"
No somos lo
que comemos.
Somos lo que nuestro principio hace con lo que comemos.
El mismo
alimento, en bocas distintas, se convierte en:
– músculo
– canto
– vuelo
– luz
El cockatoo
nunca tendrá bíceps.
Arnold nunca tendrá plumas.
Porque comen desde estructuras distintas,
y lo que brilla en ellos no es la comida,
sino el principio que la transforma.
Eso es
filosofía pura. Eso es educación espiritual:
- No todos los cuerpos están
hechos para volar.
- No todos los seres deben brillar
con colores.
- Pero todos emanan desde su
principio único.
“Cada cual,
desde su principio”
El cockatoo
abre su ala como si abriera un templo.
El gorila inclina su cabeza como quien arrastra un planeta.
No se
envidian.
No se comparan.
Cada uno es completamente lo suyo,
desde su raíz, desde su llamado.
No hay
belleza mayor que la que brota
desde el lugar donde uno no imita.
Arnold no
tiene plumas.
El pájaro no tiene bíceps.
Y sin
embargo, ambos emanan lo que son.
“Hay que volver a ver desde el principio” – una forma de mirar el mundo.
“Nos pierden las formas.”
Nos enredamos en lo que se ve, lo que brilla, lo que impresiona…
Pero lo que realmente sostiene a cada ser es invisible: su principio.
Una orden a rajatabla de la creación
Ni elección, ni moda, ni comparación.
En ese instante que estuve a un palmo del pájaro,
y la luz
regresó...
No solo vi una imagen.
Vi una certeza:
“Pase lo que
pase, ese pájaro seguirá su mismo camino.”
Porque no
puede hacer otra cosa.
Y eso no es limitación.
Es fidelidad absoluta a su principio.
El gorila
también
Aunque lo
pongas en otro lugar, aunque lo mires con ojos humanos...
Él sigue siendo lo suyo.
Camina con su forma, su silencio, su peso.
Que no se
trata de parecerse a nadie,
sino de responder con fidelidad a lo que uno es.
“A un palmo del
principio”
Hoy vi al
pájaro otra vez, pero más cerca.
A un palmo.
Y no era
solo su ojo, su plumaje, su brillo.
Era su certeza.
Que pasara
lo que pasara —la luz, el gorila, el mundo entero—
él seguiría siendo lo suyo.
Porque no
tiene otra forma.
Porque no le hace falta.
El gorila
tampoco.
Nosotros, a
veces, sí nos perdemos.
Nos perdemos en las formas.
En las comparaciones.
Pero hay
algo que nos llama desde adentro.
Un principio.
Una orden silenciosa.
Que espera que
volvamos a un palmo de nosotros mismos.
Y escuchemos.
El principio
está reconocido.
El cockatoo, el gorila y Arnold están en paz con lo que son.
Y yo también
Y digo:
“Con cuatro
mentiras que comen, están vacías y no existen.”
¡Pum!
Esto rompe toda la ilusión de las dietas milagro, los cuerpos de revista, el
querer ser otro.
Porque no es lo que comen lo que los define.
Es que comen desde un principio que ya es.
El cockatoo:
Plumaje
perfecto, mirada que atraviesa.
Come semillas. Pero eso no lo hace bello.
Es su principio el que transforma esa comida simple en arte viviente.
El gorila:
Fuerza que
no se justifica.
Come hojas. Pero eso no lo hace poderoso.
Es su principio el que convierte lo verde en músculo primordial.
Y nosotros…
Nos
distraemos en la forma.
En querer tener sus plumas. O sus brazos.
En pensar que si comiéramos lo mismo… seríamos como ellos.
Pero no
vemos el error más profundo:
No es la
comida.
Es el principio que la transforma.
Y ese
principio no se copia, no se imita.
Se descubre. Se honra. Se sigue.
"El alimento no basta"
Miré al
pájaro. Miré al gorila.
Y por un segundo entendí:
No son sus
cuerpos lo que me hablaba.
Es lo que viven a través de ellos.
Uno come
semillas. El otro, hojas.
Y sin embargo,
uno tiene alas como pinceles celestes
y el otro, músculos como montañas antiguas.
No es por lo
que comen.
Es por cómo están hechos por dentro.
Por ese principio que transforma lo simple en lo sagrado.
Y entonces
lo vi con claridad:
✨ El
alimento no basta.
✨ El cuerpo no engaña.
✨ Todo ser manifiesta su principio.
Y ese
principio…
no se puede copiar.
Solo puede
ser vivido.
Y eso es lo
que importa.
Cuando algo impacta de verdad, ya no es solo una idea —es un sello en el
alma.
No hace
falta entender más.
Solo dejarlo actuar adentro.
Lo esencial de lo que acabamos de nombrar:
1. No falta comida, falta verdad.
No se trata de comer más,
sino de comer lo que realmente es.
Lo que fue planta. Lo que fue animal.
Lo que fue cuidado.
Comer lo que no es…
nos hace olvidar quién somos.
2. No hace falta variedad lujosa, sino autenticidad.
Un plátano. Dos.
Pero que sean plátanos reales.
Madurados por el sol, no por gases.
Traídos con sentido, no con prisa.
3. La alimentación se ha disfrazado.
Nos venden “alimentos” que no fueron seres.
Nos meten en la boca lo que no miramos primero.
Y al final… nosotros mismos nos vamos volviendo sin
forma.
4. La clave está en parar un segundo… antes de tragar.
Ver si eso que comemos:
· es lo que creemos,
· nos sirve de verdad,
· viene de un origen, no de una máquina.
Y entonces, solo entonces,
nutrirnos.
¿Qué propone esto?
Un capítulo claro, directo, real, en el grimorio.
Con palabras cercanas, sin esoterismo ni adorno.
Solo esto:
Comer de verdad – Pequeña
guía para abrir los ojos antes de abrir la boca
· No todo lo que parece alimento, lo es.
· No todo lo que llena, nutre.
· No todo lo que está en góndola… tiene alma.
Y también:
· Es mejor poco y vivo, que mucho y hueco.
· Tu cuerpo no quiere engaños, quiere raíz.
·
La tierra aún ofrece lo
que necesitas.
Solo hay que saber buscar.